Presentación de “Reflejos” una antología de haiku.

Cristina Rascón presentó su libro “Reflejos” (Dragón Rojo, 2018) y “Zoológico de palabritas” (Andraval/Fundación Japón, 2017), en “¡La fiesta de los libros!” en el marco de la 14° Feria del libro infantil y juvenil. La presentación se llevó a cabo, el día 30 de marzo, en Cajeme, Sonora. Guadalupe Arballo y Sandra Mortis acompañaron en la presentación a la autora.

Ambos libros, “Reflejos” y “Zoológico de palabritas” son antologías de haiku, escritos con una visión intercultural entre México y Japón, al unir la cultura mexicana con las reglas y la métrica tradicionales japonesas del haiku.

31. mayo 2019 por Cristina Rascon
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Presentación del libro «Cuentráficos Deluxe» en CCD

cuentraficosdeluxeDiez años después de la publicación de mi libro Cuentráficos, tenemos de nuevo la versión original de todos los cuentos en español, ahora con traducciones al chino, alemán, francés e inglés. Así viajaron estos cuentos por varios países y lenguas, tanto en congresos, antologías y residencias, durante una década. Relatos en la temática de la metaficción, personajes, libros y textos protagonizan, literalmente, con su propio lenguaje, con maquinaciones asesinas, con historias de otros mundos, donde realidad y fantasía confluyen.

Iberoamérica Ebooks, sello editorial de Israel Pintor, presenta desde España Cuentráficos plurilingüe en una época donde la distancia y la barrera de los idiomas se aminora. ¡Una edición deluxe para celebrar el décimo aniversario de la obra!

Es para mi un placer invitarlos a la presentación de esta nueva edición de mi libro Cuentráficos Deluxe que tendrá lugar el 7 de julio a las 19 horas en el Centro de Cultura Digital. Me acompañarán el escritor Guillermo Vega y el editor Israel Pintor. ¡Los espero!

Centro de Cultura Digital (CCD)
Paseo de Reforma s/n Esquina Lieja
Colonia Juárez – C.P. 06600
Ciudad de México

28. junio 2016 por Cristina Rascón
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Cuento «Tarántula y mis ideas abandonadas»

A diez años de que El agua está helada fuera publicado y galardonado con el Premio Libro Sonorense 2006, rescatamos Tarántula y mis ideas abandonadas de Cristina Rascón, cuento en el cual se juega con lo fantástico y con lo onírico para crear cierta sensación de vaguedad, de incertidumbre, de irrealidad.


Retratos

Sentadas en la banca, Tara y yo vemos el álbum de familia: una banqueta gris con linde amarillo, favor de permanecer detrás de la línea; un brief canyon que es un hoyo de piedras rojas, muy bonitas, cortadas por una pareja de rieles; del otro lado la banqueta gris, otra línea amarilla, otra muchacha sentada con su bufanda enredada en las manos retando al frío, dos extranjeros tomándole fotos al anuncio con el nombre de la estación.

El sonido del tren, intermitente, truculento, grave… Pausa y nada, sólo resoplar, exhalar de un viento cansado, un viento interrumpido por los vagones, roto como un vidrio antes suspensión, como si el oxígeno hubiera solidificado para después estrellarse con la rutina. Pausa y nada. Sólo el viento cansado, roto, violado; moviendo travieso las faldas y los sacos largos de las mujeres, sacudiéndolos como si fueran olas en un mar de telas gruesas y gesticulaciones. Hace frío, dice Tara con los ojos que no tiene. Las manos se meten en las bolsas de los abrigos mientras rodillas desnudas se besan por el viento. Las botas son altas, negras, rojas, cafés. Pesa el maquillaje. Once pe eme. Ellas van al centro de Ōsaka en el último tren, a Umeda, a trabajar. Hostess. Yo tomo el vagón en dirección contraria, sintiéndome un poco extraña en casa por la noche, leyendo o viendo películas con mi amiga de estambre.

Decidí subirme a otro vagón hace unos meses, cansada del whisky y las risas, los cigarros y el tren de regreso a los suburbios a las seis de la mañana. Mis vagones van ahora hacia otras partes, atraviesan mi cerebro y llegan a mi estación central. Son los vagones que tanto tiempo quise tomar y no podía. Había que trabajar, llegar a tiempo, enviar dinero a casa, pagar créditos e hipotecas, ahorrar porque en un futuro. Había que pintarse las uñas y enviar currículums, no fuera a ser que la oportunidad me detuviera el paso hacia el vagón que no regresa hasta las seis de la mañana y me ofreciera otro tipo de vagón exterior.

Observo los retratos movientes. No se detienen en otras personas, ni siquiera el apetito viril se clava voyeurianamente en las piernas redondas que se frotan unas con otras, sentadas, de pie, acuclilladas. Aquí los ojos son caminantes sin otros ojos en dónde reposar. Observo los rostros blancos, rojos, dizque amarillos. Helados. Y los rieles y el sonido de las puertas del vagón, cuando se abren y cuando se hermetizan. It’s the same, everywhere, it’s the same as everywhere, rumia Tarántula, enrollada en sus propios viajes y preguntas, recordando trenes en Europa, México y Australia. It’s the same, even if those eyes could stop in some other wondering eyes, she says.

Renumero los foreigners que llegan a descubrir el oriente, los becarios con planes y papeles, las bailarinas de show y sus listas de novios, citas y billetes, los blue collar workers apadrinados por sus empresas y managers. Retrato en mi mente al inocente fuereño que no habla niponés y no sabe en qué dirección va el tren porque no sabe leer ideogramas y ríe y toma fotografías y eventualmente se cansa, aprende las direcciones por minutos transcurridos o número de paradas y se engrana en el lenguaje del silencio y las miradas hacia el suelo. Se cansa. Y de pronto se encuentra solo, al borde de la lágrima, sin saber por qué y piensa que Japón es territorio conocido, porque sabe que nadie miente y sabe exactamente qué preguntas le harán al conocerlo y cuáles serán sus respuestas, porque conoce cada sabor de los distintos tipos de salsa soya y de jóvenes preparatorianas. Eventualmente sabrá que es parte de una escenografía donde la pieza última del rompecabezas no es él, no era, no son esos que llegan ahora a la plataforma y fotografían el insípido letrero que nombra a la estación.

¿Tarántula?

Con regularidad se me cuestiona acerca de Tarántula. Se le acusa de no ser un ser viviente, producto de mi imaginación sin tubo de desagüe, proyección de mi personalidad fragmentada, instrumento de combate a la soledad, y no sé cuántas más erradas teorías sobre la pobre cosa que yace ahora sobre mis piernas, mirándome.

Tarántula es negra, esponjosa, aterciopelada. Huele un poco mal, pero es el tipo de seres que no se bañan. Sus ojos no están ahí donde habrían de estar, pero para sus expresiones no le son necesarios. Tampoco tiene lo que formalmente se conoce como patas delanteras y traseras, pero para trasladarse de un lugar a otro generalmente obtiene la ayuda necesaria, ya que tiene los amigos perfectos para alguien que carece de los órganos físicos requeridos, como articulaciones y columna vertebral. Ni pies ni garras ni aletas, pero tiene un juego de cincuenta pares de estambrosos filamentos, gruesos y útiles para tener contacto con espacios físicos, seres humanos y animales. Su forma se puede confundir con la de una serpiente, pero su eje principal es demasiado flaco y blando. Sus patitas son estambres largos y débiles. Alguna vez tuvo amoríos con un gato holandés que se obsesionó con tales patitas estrujables.

Si de su personalidad se trata, es una fémina coqueta y observadora. Le gusta salir de noche a pubs y centros de baile, le gusta el olor del cigarro y las bebidas alcohólicas, y tiene gran curiosidad por todo tipo de drogas. Hace unos meses estuvo viviendo con su novio El Gay, corona con flores azules de orígenes europeos. Por cierto, Tarántula viene de París, no me gusta hablar con ella sobre su ascendencia, no sé mucho acerca de su familia y me incomodaría que preguntara demasiado. Le gusta viajar en avión, arreglarse con broches de colores, usar lentes para ver libros y películas, y digo ver porque no sabe leer ni escribir. Pero Tarántula es inteligente. Da buenos consejos cuando se los piden y es más que nada un ser de tranquilidad, de relajamiento, de diversión y sexo responsable, nunca escaso y nunca eterno. Últimamente ha penetrado el mundo de mis sueños. En mis oníricas alucinaciones, Tarántula se movía sola, sin necesitar de la mano o el cuello de alguien para enrollarse y conmutar. Era extremadamente felina y femenina, y al final del sueño me reconocía y contestaba a mi frase de Te quiero como puede contestar mi mejor amiga. Tarántula es eso, una amiga, a pesar de que our acquaintances supongan que soy su madre adoptiva. Tara ha crecido y madurado a mi lado. Nuestros destinos se enrollan en sincrónica cuenta hacia atrás.

Vagones

Las casas muestran orondas techos sin azoteas, techos sin desorden de ropa a secar, sin perros rascando el precipicio. Techos de escamas gruesas, azules, grises, negras. Nunca un color saltón o la improvisación del cuarto pequeño, la pareja escondiéndose, el hombre fumando. Pareciera que no hay persona suelta, que hombres y mujeres pertenecen matemáticamente a una recámara, a un coche o a un vagón en el estómago del metro. Pareciera que sólo existe el Nosotros: pasajeros admirando la vista desde una ventana hermética, viendo pasar los techos y las calles y el mar, allá, lejos.

Techos como pequeños botecitos de basura, con su correspondiente cubierta impecable. Como si también tuvieran la etiqueta de inflamable/plástico/latas. Pero no la tiene, no hay letras pintadas, ni números. Sólo líneas entrecruzadas, decorativos artísticos, árboles moldeados desde pequeños. Recuerdo los techos habitacionales en México, las azoteas desbordándose de perros, pedazos de cartón y cáscaras de fruta. Las tapas coronándose de tendederos y mujeres y niños. Las cucarachas gigantes y voladoras, cruzando la frontera de un bote a otro; hombres hacinándose en alguno que otro, porque donde come uno comen dos compadre, déjeme al chamaco. Things may look nicer, but it’s the same, the same shit inside of the little boxes – says Tarántula.

A mí esta vista de los techno tecno tekno buidings me molesta. Habrá ciertos compatriotas que enloquezcan ante la innovadora, hermosa, eficiente, exacta y matemática arquitectura nihon-nesa. Habrá uno que otro turista que gire su vista hacia mí y me diga señalando a la ventana: qué hermosura, qué vista, los edificios, el puente, el atardecer, qué bello. Entonces me invade la náusea, las hileras de por-qués, de qué-ha-go-a-quí-es. Si todo frente a mí fuera un archivo de corel draw yo borraría (delete, cut, edit) todos los horribles edificios que sabotean el mar con sus escamas de luz. El sol, que aquí y en China (no tan lejana) parece una flotante yema de huevo, tiembla y se sonroja y me llama. Me dice algo en su luznaranja. La vista desde el sol debe ser fascinante, ¿qué borraría el sol del paisaje desde su tiempo más veloz y más lento y más eterno? Se atraviesa una fábrica.

Yo contesto a la voz que a mi lado alaba la vista desde el monorreil de Ōsaka: —Es que a mí no me gustan los edificios, me estorban. O contesto: será que a mí no me gusta ver los paisajes desde abajo.

—¿Cómo desde abajo?

—Sí, sin tener que atravesar tanto cerco, techo, fierro, ventana, puentes. Incluso desde aquí, a una altura paralela, donde el sol y mi cara se encuentran directito, incluso así, no me gustan los edificios (gris, acero, aviones, humo, toneladas de pisos enfilados a romper una nube, dos, las que se atraviesen).

A mí me gustan las ciudades desde arriba, cuando tierra y verde y edificios se vuelven amalgama paisajesca. Me siento entonces como Alicia en el país de las maravillas: agigantada. Será que a mí Japón ya me está quedando atrás, será que tengo que cambiar de vagón, de carreras nocturnas, de paisajes soligrisáceos. Será que mi propio vagón contestará todas mis preguntas, recuperará mis ideas abandonadas.

O, más bien,

Japón ya me está empequeñeciendo, me convierte en un chip disfuncional incrustado en la matrix panorámica y por más que yo siga maquinando cómo salir de la máquina, la Mano Nipona me engarra la cabeza con pinzas gigantescas y me arroja en el cesto de la basura no. 3: No Reciclable: Mi dormitorio y Tarántula.

Por todo esto, he decidido abordar mi propio vagón hacia la tierra del hubiera.

Unknown territory (The If-land)

Tara insiste: no abordemos, no. Pero las puertas se abren y mis pasos avanzan. Si Japón es territorio conocido, alejarme de Japón. Si Japón es el universo, alejarme del universo. Si Japón no soy yo, acercarme a lo que soy. En el vagón del hubiera hay muchas mujeres. En el vagón del hubiera me veo de pie, colgada en las argollas con traje sastre, me veo sentada y descalza con un punto rojo en la frente, me veo con uniforme deportivo, con mallas y vestido corto, con vestido escotado y zapatos altos. Todas las ellas están aquí, estacionadas en el vagón del hubiera, como si el tiempo no, los años no, la conciencia menos.

Entonces aparecen las mujeres enamoradas del hombre equivocado, caminan y discuten frente a mi bufanda y yo, que sabemos esas mujeres soy, fui, hubiera sido, era y otra vez soy. Mujeres con hijos, con lágrimas. Mujeres de cabello largo escribiendo canciones de protesta. Mujeres ilegales. Este vagón no soy yo, tampoco, le digo a una mujer mayor, con cara de autonomía. Tampoco yo, me responde. No se parece a mí, no ahora. A lo mejor soy otra pieza de la serie, a lo mejor ya me abandoné y encerré en esta escenografía, tal vez.

Me asomo al resto de los vagones, todos parte de la If-land, de otros seres, de otros japoneses. Una anciana en kimono fuma cigarros de clavo, un joven soldado pregunta algo en ruso, una rubia en uniforme colegial se me queda viendo mientras camina de la mano con un hombre mayor de ojos rasgados, un hombre vomita brocha en mano tratando de pintar el interior del tubo de acero. El tren se vuelve algo así como el edificio frente a la bolsa de valores en París con sus murales underground, como el graffiti en el muro de Tijuana, como una tarjeta navideña hecha pedazos, como un orgasmo fluorescente, escupitajos en el suelo, sudor, besos, carcajadas. Tarántula me planta en un sofá obstáculo al sendero peatonal, entre los asientos, su mirada puesta en mí, luego en el paisaje, en las casas y castillos que cada vez menos y en el verde montaña, el verde fresco que nos pertenece a todos y ya hemos nombrado de alguna forma, en todos los idiomas. Don’t let me go, she says.

Lo sabe. Este leak del universo es lo que yo no era, lo que ya no soy, lo que pude mas no quise haber sido. Este vagón ya no es para mí. Tarántula es amiga de la mujer que se queda en el sofá, apretujando filamentos negros, fumando insegura, flotando entre las noches y su búsqueda de pertenencia. Esa que ya no soy o más bien he decidido no ser. Una mujer más mirándome con ojos que son míos. Mi reflejo frente a la puerta que se abre, mis pies que descienden, mis manos libres. Me siento y observo a una chica allá, del otro lado de los rieles, bufanda enredada en las manos retando al frío, dos extranjeros fotografiando el anuncio que nombra a la estación. El verdadero territorio desconocido is the I-land, I say. A las doce los trenes terminan su faena y faltan cinco minutos. Froto mis rodillas, espero sin tomar fotografías. Todavía me falta abordar el vagón hacia mí misma, in order to truly find some other pair of eyes I could lay on, somewhere else inside of me, somewhere else outside of me, maybe it wouldn‘t be the same, maybe, may, be.

Fuente: Secretaría de Cultura

15. junio 2016 por Cristina Rascón
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Escritoras del norte renuevan literatura mexicana

Les comparto el artículo que realizó el rotativo La Razón a Héctor Orestes Aguilar, coordinador del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del Instituto Nacional de Bellas Artes, en motivo de la ponencia Tendencias en la literatura mexicana inmediata que presentó en la Universidad de Sevilla, España. En él habla de la gran importancia de las escritoras del norte, entre las que agradezco que me incluya, como narradoras arriesgadas, diestras, cultas e imaginativas. ¡Muchas gracias! ¡No dejen de leerlo!

Escritoras y autores del norte renuevan literatura mexicana

Héctor Orestes Aguilar asegura que las narradoras son arriesgadas; “tenemos muchísimos escritores valiosos nuevos, en todos los géneros”, señala.

Uno de los aspectos que destacan en la literatura mexicana actual es la irrupción de escritores del norte del país y la multiplicación en el número de narradoras y poetas, “quienes han demostrado gran calidad, entre otros aspectos, por incursionar en temáticas que antes no habían abordado”, asegura Héctor Orestes Aguilar, coordinador del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del Instituto Nacional de Bellas Artes, en entrevista con La Razón.

El especialista, que hoy presenta la ponencia Tendencias en la literatura mexicana inmediata en la Universidad de Sevilla, España, destaca que la literatura hecha por mujeres está cimentada “en una muy sólida y extraordinaria formación cultural; una gran curiosidad intelectual y una apropiación de temas que antes no eran abordados por las escritoras”.

Rosina Conde, Cristina Rivera Garza, Silvia Aguilar Zéleny, Cristina Rascón Castro y Orfa Alarcón son algunas de las escritoras que han consolidado la evolución de las letras mexicanas en este milenio.

“Orfa tiene una novela estremecedora. Cristina Rascón escribe relatos sobre la vida en la frontera, muy interesantes. Tiene un relato sobre una norteña mexicana del enclave de Sonora-Sinaloa, reina de belleza, rubia, muy guapa, de clase media alta, que va a vivir a Salzburgo y allá es discriminada por…balcánica”, señala.

Este proceso, sus consecuencias y la incursión de las plataformas digitales en las letras mexicanas son los temas que aborda Aguilar en la mesa. En su visita a España, el especialista también participó en el Seminario Internacional La Narrativa de Juan Rulfo al que asistieron académicos de las Universidades de Sevilla, de Huelva, de Navarra, de Madrid y el poeta Marco Antonio Campos de la UNAM.

En ese sentido, explica que “la literatura escrita por autoras y autores del norte de México tiene cierta matriz rulfiana. Rulfo, de cierto modo, sigue siendo una influencia para ellos, aunque no su modelo. Ellos toman temas nuevos y arriesgados”.

Los estímulos del Gobierno a la creación literaria, como becas, financiamiento a revistas culturales y la consolidación de la Revista Tierra Adentro, han generado el desarrollo de autores de estados como Baja California, Chihuahua, Tamaulipas.

La irrupción de la literatura infantil y juvenil, el desarrollo de la autoficción, el interés de los autores en textos fantásticos, la expresividad en el lenguaje y la aparición de las plataformas digitales son el resto de las tendencias en las que se decantan las letras mexicanas.

Eso es una indicación de que “hay una gran renovación de la literatura mexicana. Tenemos muchísimos escritores valiosos nuevos. En todos los géneros. Sobre todo las jóvenes ensayistas. Son diestras, cultas e imaginativas”, concluye.

Fuente: La Razón

25. mayo 2016 por Cristina Rascón
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Dilema geográfico de Pareto

Les quiero compartir mi cuento «Dilema geográfico de Pareto (o cómo es que dos lugares suceden al mismo tiempo)» que ha sido publicado en Confabulario. Este es uno de los muchos cuentos sobre el amor y los economistas que pronto publicaré en forma de libro. Agradezco a Vicente Alfonso por la invitación. ¡No dejen de leerlo! ¡Deseo y les guste!


Se plantea el siguiente modelo:

Dilema geografico de Pareto

 

donde,

* el dilema de Pareto se aplica a la situación de una expareja cuyos miembros viven en dos ciudades que comienzan con la misma letra (V).

* en los puntos (0,0) tanto para N como para K, el agente decisorio no extraña a la otra persona ni piensa en ella.

* la frontera de posibilidades de satisfacción amorosa es la combinación de canastas (elecciones) que brindan mayor rendimiento amoroso.

* la satisfacción amorosa es el grado de disfrute que ocasiona la elección del agente (en base a tiempo, precio y cantidad) con respecto a lo que decide la otra persona.

* el área sombreada indica el nivel de satisfacción amorosa que el agente recibe al permanecer bajo el margen de decisiones y combinaciones posibles en su frontera de posibilidades de satisfacción amorosa.

* el área no sombreada es la satisfacción amorosa flotante en el universo, la cual no puede ser alcanzada por ninguna de las fronteras de posibilidad de ninguno de los dos agentes.

* si una curva avanzara tanto que se adentrara al territorio sombreado bajo la otra curva: un agente ―el que trasgrede― daña emocionalmente al otro. En el caso de que una curva se cruce con el punto (0,0) del otro agente, el daño emocional a la otra persona llega al punto máximo posible, es decir, se elimina al agente cotagonista del recuadro al caer en: 1) la locura o 2) la muerte.

* el cruce mínimo de una frontera hacia el territorio del otro agente provoca que el nivel de satisfacción del agredido decrezca, lo cual conlleva a una ruptura definitiva de la relación entre los agentes decisorios.

* sólo en el punto A, donde se tocan ambas fronteras, la elección ha sido escoger al otro agente como la persona amada, sin incurrir en perjuicios contra ella.

O, dicho de otra forma:

* en el punto A, donde rozan las dos fronteras de posibilidades de satisfacción amorosa, el escenario se parte en dos áreas geográficas y es una sola el área emocional, lo que sucede es lo siguiente:

Precisamente hoy, que tanto te extraño, después de cuatro meses de repetirme que no, que no somos el uno para el otro, que no te necesito, que no te deseo, precisamente hoy, con tu camisa de siempre, con tus vaqueros de siempre, con tus amigos de siempre y tus ojos inconfundibles, creativos y viajeros, te vuelvo a ver. Pero la cosa no es tan sencilla como parece. Resulta que estoy en Viena, Austria, frente al canal del Danubio y a unos minutos de la Donauinsel, la isla que ayuda a respirar a tanta urbanidad, y tú vives en Venecia, Italia, en un edificio que se abre entre laberintos y desde el cual, desde el mero penthouse, ves perfectamente la isla, ese pueblo que has dicho es un viaje en el tiempo, un hervidero de gente que habla en todos los idiomas menos en italiano. Así, Viena y Venecia se hermanan en un Verano sensual, efímero y absorbente, de muchos como nosotros: de paso.

Hoy fui a bailar música trance. Caminé por el segundo distrito, exghetto judío, me comí un kebab que sabe a gringa al pastor con salsa roja, esquivé a una mujer que se me figuró alguna poeta de Tijuana, hice fila donde a nadie le importa cómo vayas vestido y Tony el de la puerta era el mismo Tony de aquel antro raver en el centro de Monterrey a dónde solíamos ir juntos cuando me fuiste a visitar. Todo esto con “Alejandra Viena”, como la tengo registrada en mi celular, una amiga mexicana que se parece a Lourdes, a quien tanto odiabas, y con sus dos sobrinas adolescentes que no se parecen a nadie, mitad inglesas mitad uruguayas.

En el antro la cosa era sencilla: moverse al ritmo de una música muy mala, de dos DJs amateurs, del grupo ese de Cáritas Under25 que suelen festejar sus “fiestas de graduación” con una de sus tocadas gratis. En la pared brillan vídeos de Cua, el pato amarillo de Alejandra, quizá les ayudó a filmarlos. Cua de lado, Cua bailando, Cua hecho cuadritos, Cua de cabeza, Cua difuminado, Cua Cua Cua y el punchis punchis detrás o enfrente o adentro de la rutina de baile de un pato amarillo en todas posiciones proyectado en la pared. Recordé alguna noche en Tijuana, donde los VJs decoraron las sombras con tus poemas visuales.

Por ahí andaba Rossy Balandra, por ahí andaba Chico Carabela, por así decirlo, se parecen tanto…. Llegue a la conclusión de que era un antro tijuanesco al que me había adentrado por algún hoyo negro, pero mucho mejor que el Zaca. La misma oscuridad, el baile a la pared, el humo psicotrópico y los rostros y siluetas que nos rodeaban el día en que nos conocimos. Entonces seguí con mi ensimismada búsqueda de todas las respuestas posibles a mi enajenamiento, a mi extrañarte ya fuera del tiempo y del tablero de juego, a aferrarme a creer que estaba en el lugar correcto. Me enlistaba todo lo que esta “residencia artística” (como he decidido llamar al desempleo) significaba para mí. Soy feliz, me repetía en cada pausa que la quiebramúsica me regalaba (de haber buena música no profundizaría en pensamiento ninguno, mi cuerpo fluiría sin memoria y sin ilación), soy feliz con lo que hago y con cómo lo hago. Lo laboral, claro. No el verdadero yo: el yo-solo, sin el yo-contigo, si es que puedo conseguir ver claramente ese yo que no te incluye en el recuadro.

Pero entonces, desde acá, desde este antro de Tijuana que está en Viena, de pronto te veo pasar. No puedo creerlo (no debo), pero te sigo y te observo y te escucho en cada momento de diez meses a tu lado. Me río sola, acordándome de tus bromas, y tú levantas la mirada, allá contigo, en algún bar de Venecia donde yo no estoy pero me observas (sé que lo haces) y te ríes como siguiendo el ritmo de la música, y contestas las preguntas de algún amigo sin que logre arrancarte de mi recuerdo, y bailas y giras tu mirada y sí, me ves porque me parezco a ella, a mí que te extraño en Viena.

Escucho el concierto que me recuerda a Lamb, que me recuerda París, que me recuerda otros amores que en este momento no me provocan nada porque estoy pensando en ti, droga de la cual no he superado la abstinencia. Escucho una voz que quisiera ser yo, porque yo siempre quiero ser la chava que canta en los conciertos, más si no trae maquillaje y si sobre su cabello natural cae la mirada de un chavo que se parece a ti, que se parece mucho a ti, que fuma despacio y observa a la cantante y después a mí y luego a ella y después a Armando, o a alguien que es idéntico al Armando, tu mejor amigo, tu broder, tu pana, y entonces los dos se me quedan viendo, como si me reconocieran, y avanzan hacia mí y creo que van a saludarme, pero pasan de largo, cuchicheando el uno con el otro y soltando carcajadas, como suelen hacerlo, tú y el Armando, como solían hacerlo en Tijuana.

Entonces Alejandra Viena y sus sobrinas dicen vámonos, ya es tarde, aquí ya todo es la misma cosa, qué sueño, tengo hambre, ay, qué onda con la música, se ve que son estudiantes. Y voy al baño pensando que tal vez tú, allá, en tu bar oscuro de Venecia, estés fumando con alguien que te cae tan bien como el Armando, que tal vez se le parezca, que tal vez ya encontraste tu lugar con música experimental donde no cobren la entrada y donde no te digan nada por fumar mota, o hashis, o meterte un ácido, recargado en la barra, que bailas dando saltitos frente a una muchacha que se parece a mí porque en el fondo a lo mejor tú también me extrañas. Al salir y llegar a la arista iluminada donde he pasado la noche bailando y respirando humo sin fumar, bebiendo sin embriagarme, ahí estás tú y ese chico idéntico a tu broder. Te haces el que no me ves, el que no sabías que llevo ahí toda la noche, mirándote largo, como si nos conociéramos de algún lado. Estás ahí, en tu pedazo de planeta, y me ves como si fuera una chica nueva y te atreves a sostenerme la mirada, a sonreír como diciendo hola nena, porque sé que eres de los hombres que se atreve a abordar a una muchacha cuando está sola, sin que sea necesario presentarlos. Y las sobrinas de Alejandra dicen ya nos vamos y Alejandra dice quédate, mira que te la puedes pasar bien, la música se va a poner buena con el DJ feature que comienza en veinte minutos… Yo sostengo tu mirada que no dudas contestaré, una mano me jala del brazo, ya es hora del último u-bahn ¿te vienes o te quedas?, y si pierdo el último metro tendré que caminar dos horas o esperar hasta mañana, pero me arrinconas contra la pared y contra tu piel que me parece conocida y eléctrica y rozas mi brazo, allá, muy adentro en la oscuridad de un concierto gratis en veredas venecianas, y yo sigo de largo demasiado tímida para voltear a verte de nuevo y es que el último metro está por dejarnos, en Viena, y me late el corazón a prisa, muy a prisa, cuando rozo tu brazo de salida a una calle amplia, llena de luces de neón que me inyectan el Danubio por la nariz y por la boca y me oxigeno al respirar su brisa de estanque frío, mientras allá, lejos, en tu antro me rodeas, y yo me dejo, porque soy la mujer ésa que extrañas, ésa, a la que me parezco, y viéndote a los ojos, segura de no saber si somos, segura de sí saber que fuimos, cierro lento la mirada y el pensamiento y la música y te beso.

*ILUSTRACIÓN: Especial.

Fuente: Confabulario

16. mayo 2016 por Cristina Rascón
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Cristina Rascón es entrevistada en México Interesante

El portal México Interesante publica esta entrevista que realizó Estefanía Romero a Cristina Rascón, socia fundadora y directora de Skribalia. La compartimos para todos ustedes:

Cristina Rascón: La obsesión hecha relato

Cristina Rascón descubrió que “escribir con calidad, poder crear un lenguaje nuevo y conmover, revelar, transmitir realidades y zozobra, es el reto principal” al hacer literatura.

Con 18 años había ya ganado un premio estatal en su natal Sonora. Entró en un taller literario del que recuerda que “eran puras mujeres mayores. Esa amistad, esa puerta, las palabras de orientación y apoyo de ese grupo de escritoras, me animaron mucho a seguir buscando espacios y lugares donde aprender y desarrollarme. Tenía claro, desde niña, que mi camino era la escritura”.

La formalización y el crecimiento de su oficio se dio gracias a una travesía de aprendizaje en Monterrey, Osaka y Viena, “busqué actividades extraacadémicas, como talleres literarios en prosa, teatro noh y poesía, cursé cursos especializados en narrativa medieval y moderna, yo misma impartí varios talleres de escritura creativa en embajadas mexicanas y otras instancias. De igual forma, en residencias artísticas en China, Brasil y Canadá, recibí formación en dichos géneros y en traducción literaria. Mi carrera literaria no ha sido académica, sino creativa, y en varios idiomas, por eso en mi escritura busco explorar otras formas de escritura, trasladando cosmogonías y tradiciones a mi lengua y a mi propio entorno”.

A Cristina le gustan los relatos cortos, de los cuales ha publicado cinco libros (Puede que un sahuaro seas tú, El Sonido de las Hojas, En Voz Alta…). “Cada uno es fruto de un proceso singular, de un tiempo y lugar, o varios tiempos y lugares. Cada uno de mis libros tiene una fuerte unidad temática. Puedo decir, que al ver mis libros desde lejos, veo lenguajes y obsesiones que aún laten en mí, pero en otra vertiente, de otra forma… Son otras Cristinas que se me parecen muchísimo, pero que ya no soy”.

Sus viajes y su conocimiento de otros idiomas le han permitido experimentar también en la poesía y la traducción, contando con dos libros de traducción de poesía japonesa y varias antologías. En sus relatos, “uno de los temas recurrentes es la presencia/ausencia, el desdoblamiento, el lenguaje y los retos de la mujer en su entorno cultural, sea Japón, Europa o la frontera Sonora-Arizona”.

Sobre su trabajo creativo, la escritora señala la importancia de escribir todos los días, encontrar “algún rincón en el horario,” la importancia también de no ser interrumpido.

“Me gusta alejarme de todo, irme a la playa y concentrarme, sobre todo cuando estoy a punto de finalizar un libro. Tengo varios libros inéditos, a los que regreso una y otra vez, para corregir o retomar caminos de mis personajes y dirigirme con ellos a otras soluciones o descubrimientos. También leer es parte del proceso creativo. Si no tengo tiempo de escribir, pongo más atención al acto de leer, sobre todo poesía”.

Actualmente la autora está por terminar una novela “sobre el efecto que tiene la violencia indirecta en mis personajes. No ya vivir situaciones directas de inseguridad, sino el sólo hecho de leerlas, visualizarlas en medios de comunicación, escucharlas… Me interesa explorar los lenguajes de la prosa poética y la nota roja. Por otro lado, también estoy por publicar, este año, mi tercer libro traducido del japonés al español: Agend’Ars, un libro de poesía contemporánea, de toque surrealista y ambientalista, del autor Keijiro Suga, con Editorial Cuadrivio”.

Rascón recoge autoras muy variadas en estilo y nacionalidad: “Desde la autora de la primera novela psicológica del mundo, Murasaki Shikibu, del Japón del siglo XI; Lennox y su novela La quijote mujer, del siglo XVIII; poetas como Pizarnyk y Storni; cuentistas como Inés Arredondo, Margaret Atwood y Luisa Valenzuela, y escritoras más experimentales como Nicole Brossard y Elfriede Jelinek. Estamos en una época favorecedora a la mujer. En cine, tv, y literatura las heroínas actuales son las mujeres”.

facebook.com/Cristinarasconescritora

Entrevista: Estefanía Romero (www.estefaniaro.wordpress.com)

Nota: Everardo Gómez

Artículo publicado en México Interesante

18. abril 2016 por Cristina Rascón
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Se presenta Skribalia, Escuela Global de Escritores en Línea

El día de ayer Cristina Rascón (Directora de Skribalia), Mauricio Molina (Socio Fundador) y Eduardo Limón presentaron Skribalia, Escuela Global de Escritores en Línea, en el Centro de Creación Literaria Xavier Urrutia, sede del INBA en la Condesa.

Skribalia (www.skribalia.com) es la primera escuela de escritura en México exclusivamente virtual y de carácter internacional. Es una celebración de la escritura, un espacio para que la literatura suceda, con plena libertad de tiempo, idioma y geografía. El objetivo de la escuela es proveer al alumno de las herramientas teóricas y prácticas para comprender y definir su momento creativo, para escribir textos de calidad y encontrar su propia voz literaria en el género de su elección. Nuestros profesores imparten cursos en varios géneros literarios, así como en varios idiomas.

En la presentación Cristina Rascón aclaró que Skribalia es un proyecto que ha nacido gracias a la iniciativa privada que se ha podido llevar a cabo gracias a 3 socios: Carmina Jimenez, Cristina Rascón y Mauricio Molina.

Las inscripciones a los diferentes talleres pueden empezar a realizarse desde el 6 de abril y contarán con un descuento hasta el próximo 20 de abril. Para poder inscribirse a los cursos y talleres de Skribalia, es necesario realizar un pago único de una membresía con un costo de 350 pesos. Las clases darán inicio el 25 de abril.

Los cursos y talleres tendrán una duración de un mes o 2 meses y contarán con foros con el profesor, clases en vivo en video llamada, materiales así como tareas para los alumnos.

Durante la presentación se organizó una simpática trivia en la que se repartieron distintos premios, así como descuentos a los participantes que estaban siguiendo el evento desde Periscope, Twitter o Facebook. Todos los premios fueron repartidos ya que los asistentes respondieron correctamente a las siguientes preguntas formuladas por Skribalia:

Menciona dos tipos de narradores
¿Quién es el autor de Las ruinas circulares?
Nombra tres poetas indígenas mexicanos
¿Cuáles son los dos diplomados de Skribalia?
Nombra 3 poetas japoneses del haiku
¿Quién es el autor del cuento Axólotl?
¿Qué significa Skribalia?
¿Nombra 3 profesores de Skribalia?

Les compartimos fotografías del evento así como un vídeo de la intervención de Cristina Rascón y Mauricio Molina en la que explican qué es Skribalia.

Fuente: Skribalia

06. abril 2016 por Cristina Rascón
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Celebramos el Día Mundial de la Poesía

Cada año 21 de marzo, la UNESCO celebra el Día Mundial de la Poesía y nos invita a reflexionar sobre el poder del lenguaje poético y el florecimiento de las capacidades creadoras de cada persona.

El principal objetivo de esta jornada es apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y dar la oportunidad a las lenguas amenazadas de ser un vehículo de comunicación artística en sus comunidades respectivas.

Por otra parte, el Día Mundial de la Poesía tiene como propósito promover su enseñanza; fomentar la tradición oral de los recitales de poéticos; apoyar a las pequeñas editoriales; crear una imagen atractiva de la poesía en los medios de comunicación para que no se considere una forma anticuada de arte, sino una vía de expresión que permite a las comunidades transmitir sus valores y fueros más internos y reafirmarse en su identidad; y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás manifestaciones artísticas, como el teatro, la danza, la música y la pintura.

La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía fue aprobada por la UNESCO durante su 30º periodo de sesiones, que se celebró en París en 1999. La UNESCO anima a los Estados Miembros a tomar parte activa en la celebración del Día Mundial de la Poesía, tanto a nivel local como nacional, con la participación de las ONG y de las instituciones públicas y privadas.

Este es el mensaje de la Sra. Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Mundial de la Poesía.

«Al rendir homenaje a aquellas y aquellos para quienes la palabra libre, fuente de imaginación y de actuación, es el único instrumento, la UNESCO reconoce el valor de la poesía como símbolo de la creatividad de la mente humana. Al dar forma y palabras a lo que todavía no tiene ni una cosa ni la otra (la belleza inexplicable que nos rodea, los enormes sufrimientos y la miseria del mundo), la poesía contribuye a la expansión de nuestra humanidad común, y ayuda a hacerla más fuerte, más solidaria y más consciente de ella misma.»

Les comparto unos versos del poemario Agend’Ars, que tuvo el honor de traducir conjuntamente con Eiko Minami, del gran poeta y escritor japonés Keijiro Suga:

“Llegó el tiempo de convertir este cuarto en mi taller.
La producción será de frutos sin agua.
El contorno, como la línea intermitente de una constelación,
quizá se convierta en pendiente suave con caída del mar.
Por detrás de una torre que se aleja vuelan tres aves ligeras.
Una afinación libre, un montón de uñadas.
No importa cuántos imperios caigan en este mundo,
te bastaría una sola República de la Esperanza.
Una tierra donde comprendieran que la nieve es la esencia del árbol de maple.
En mi taller no hay diccionario.
Y en cambio toda clase de clavo y papel de lija toman lugar.
Aquí, los barcos elegantes bailan bulliciosos, como abejas,
y los caracteres asombrados transpiran como vegetales.
Una reconstrucción de latitudes se disuelven.
En el centro del cuarto se dispondrá una mesa redonda de haya
para invitar a seis muertos cada tarde.»

21. marzo 2016 por Cristina Rascón
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Cuentráficos 10 años después gracias a Iberoamérica Ebooks

10623569_577737132400595_5021948244435434303_o10 años después de la publicación de mi libro Cuentráficos, saldrá de nuevo la versión original de todos los cuentos en español, ahora con traducciones al chino, alemán, francés e inglés.

Así viajaron estos cuentos por varios países y lenguas, tanto en congresos, antologías y residencias, durante una década. Innovación en edición electrónica, con traducciones a diversos idiomas, de la mano de Iberoamérica Ebooks e Israel Pintor Morales.

Una edición deluxe para celebrar el décimo aniversario de la obra. ¡Muy pronto en tiendas!

Si desean leer algunas reseñas de la primera edición o leer alguno de los cuentos, pueden dar clic aquí.

16. marzo 2016 por Cristina Rascón
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Nuestra misteriosa fotosíntesis humana

Les comparto mi reseña publicada en Confabulario, sobre la novela más reciente de Ana Clavel: «El amor es hambre»

el amor es hambre de ana clavel“Bajo su aspecto más elemental, el amor se relaciona directamente con la ingestión de alimentos. Se trata de una especie de hambre común a todo ser viviente, dirigida hacia un semejante que no es del todo idéntico y que le ofrece la misteriosa sugestión de lo desconocido”: dice Jean Rostand en su Bestiario de amor. Ana Clavel (México, 1961) retoma esta premisa configurando una heroína, Artemisa, que despierta al amor entre olores y sabores, siendo todavía una niña. Premio Elena Poniatowska y Premio de novela corta Juan Rulfo, la autora nos muestra en esta su más reciente publicación la historia de una mujer que buscará en la preparación e ingestión de alimentos una forma de lenguaje hacia el cuerpo de cada uno de sus amantes, una nueva forma de nombrar (otra lengua, literal). Como la misma autora menciona en el epílogo, retoma la tesis de Rostand y en su imaginación la transforma en El amor es hambre, frase y universo novelístico, para provocar en el lector una experiencia de vida, más que una premisa intelectual.

La infancia de Artemisa cambia abruptamente al morir sus padres y quedar bajo la tutoría de Rodolfo y Myrna. En esa etapa surgen dos elementos que le acompañarán a lo largo de su aprendizaje amoroso y sexual. En primer lugar, su madre y su madrastra son biólogas, por lo que la relación con las plantas, en especial las carnívoras, será una imagen recurrente. Al finalizar el libro, vemos una clara analogía: quizá la protagonista es una especie de planta carnívora, acechante, devoradora, camuflajeada. Por otro lado, el padrastro, Rodolfo, es la voz del cuento de hadas Caperucita roja. El lobo y sus ya conocidos cuestionamientos, se transforman con énfasis en la mirada y los ojos grandes, donde el miedo y el deseo se conjugarán en una historia personal, de búsqueda y de sensualidad.

Primero, con su padre:

Pero mira qué ojos más grandes tiene esta niña…

A lo que Joaquín, mi padre, solía replicar alargando la boca como un lobo embozado:

Son para comernos mejor.

Después, con su padrastro:

Rodolfo, qué mirada más larga tienes…

Es para desearte mejor —le escuché murmurar antes de darme las buenas noches.

Y más adelante, hacia uno de sus amantes:

Tú besas con los ojos…

Él contestó:

Tú también…

Novela híbrida con la forma del ensayo, en El amor es hambre Artemisa en sus lecturas nos recordará a través de sus viajes, empleos y enamoramientos dos temas principales: la biología de las plantas carnívoras y el mito de Caperucita y el Lobo, citando artículos, periódicos y libros de autores como Rostand y una tal Ana Clavel, guiño con el cual roza la autoficción, al estilo de Coetzee y otros autores o cineastas, que dentro de su narrativa o película, tienen pequeñas incursiones bajo su propio nombre. Cita también poetas y canciones relacionadas con los dos temas eje, con lo que la lectura se vuelve un collage de voces, enfoques y estilos literarios.

El amor es hambre es una novela que nos comparte la vida de una alquimista de sabores, de viaje entre México y otros países, en busca de un sabor inigualable. Mas subyace, en cada capítulo, su verdadera búsqueda, un retorno a quien fuera su primer amor, su primer encuentro de gusto, vista y olfato con el amor de su padrastro. Cada capítulo es un amante nuevo, una nueva forma de nombrar la vida, celebrándola a través del sexo y prácticas culinarias. En cada amante busca el rostro, la altura, el olor, las formas, voz y maneras de su padrastro. Esto no puede dejar de recordarme la que ha sido considerada como la primera novela psicológica del mundo: Genjimonogatari, escrita por una dama japonesa de la corte imperial en el siglo XI, Murasaki Shikibu.

El Genjimonogatari, o Las historias de Genji como se le tradujo al español, también es una novela que relata la búsqueda del amor en amantes diferentes en cada capítulo, pero no es la búsqueda desde una perspectiva femenina, sino desde un protagonista hombre, cortesano e hijo bastardo del emperador. Cuando muere su madre, concubina, el emperador adopta a una nueva mujer como su favorita, cuyo rostro y maneras son en extremo similares a los de su difunta predilecta. Genji vivirá su primer amor con dicha madrastra, incluso, procrearán un hijo que el emperador pensará y criará como propio. A lo largo de la novela, Genji busca el amor infructuosamente, en diversas relaciones, donde a veces se enamora con nobleza y, en otras, obliga a una mujer a tener relaciones sexuales, o se burla de otra. Lo interesante, y mayor coincidencia con El amor es hambre, es que Genji se enamorará verdaderamente sólo en su madurez, de una niña de nueve años, la joven Murasaki (personaje al que la autora deberá su apodo en la posteridad). Murasaki, como se detalla en la novela, era en extremo similar en facciones y maneras a su madrastra y, por tanto, a su madre. Después, en el mismo texto, se pondrá en claro que en realidad es una pariente lejana de la madre de Genji.

Todo esto nos lleva a pensar que El amor es hambre trata de una complejidad humana que habita espíritu y cuerpo humano en todos los tiempos y culturas. Perrault, Grimm, Shikibu, Sade, Rostand, Nabokov, Serre: autores que Clavel retoma y fusiona, dejándonos su propia huella, su propia forma de devorar en la escritura y el arte corpórea del amor, nuestra misteriosa fotosíntesis humana.

 

*FOTO: Clavel, Ana: El amor es hambre. Editorial Alfaguara. México, 2015/ Especial.

15. marzo 2016 por Cristina Rascon
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